El conflicto de San José, en el departamento Santa María, pone en el tapete nuevamente una cuestión que sigue sin tener las respuestas que la comunidad se merece: el mal manejo de los fondos provenientes de las regalías mineras.
Porque si bien la crisis institucional es grave y preocupante, en definitiva, no es otra cosa que las ambiciones políticas personales y sectoriales que hacen que algunos sean capaces de utilizar hasta la violencia para intentar acceder o de mantenerse en el poder.Pero la utilización de fondos provenientes de los recursos naturales no renovables, de una manera irresponsable, ya sea por impericia, inexperiencia, falta de conocimiento o capacidad, o sencillamente como acto delictivo es algo que no puede pasar por alto, y debe ser atendido por todos los organismos pertinentes.
No se termina de entender por parte de algunos intendentes, sobre todo los que más fondos reciben de las regalías mineras, que ese dinero viene de la explotación de recursos que no se van a poder recuperar, que tienen un fin, que se terminan y por ello los hacen más especiales todavía.
Porque cuando esos recursos se terminen y por ende se terminen los fondos de sus regalías, esas comunidades tienen que haber puesto en marcha los programas de desarrollo productivo y turístico, que les permitan poder vivir sin esos recursos con emprendimientos privados y mano de obra genuina.
Es decir, estos fondos deben servir para poder plasmar el sueño de una sociedad desarrollada, equilibrada y con una equitativa distribución de las riquezas.
Si una vez terminada la explotación de esos recursos que no se recuperan y que se terminen los fondos de las regalías, todo sigue igual: un pueblo sin desarrollo, con pobreza, con fuerte presencia de empleo público y dádivas políticas como subsidios, becas y todas esas yerbas, significa que se malgastó ese dinero de toda la comunidad.
Pero además, si directamente no se hizo nada con estos fondos de regalías, porque se lo utilizó en hacer politiquería o para beneficio sectorial y personal, nos encontramos con un delito que, sin querer meterme en el campo de los abogados y profesionales del derecho, debería ser de lesa humanidad.
Porque malgastar, despilfarrar, hacer negocios particulares o directamente quedarse con estos fondos, no es otra cosa que quedarse con prácticamente el único recurso que tienen esas comunidades para poder desarrollarse y, por ende, quedarse con la alternativa de crecer de los actuales habitantes y de sus futuras generaciones.
Pero no sólo esos intendentes son responsables, sino también los dirigentes políticos que no denunciaron en serio dicha situación, los organismos de control, como el Tribunal de Cuentas, la Legislatura provincial y el propio Poder Ejecutivo Provincial, que nada hicieron para frenar esta situación.
Entonces, uno tiene la sensación que la pelea en San José u otros lugares con mayor o menor vehemencia tiene mucho que ver con la pelea de quedarse con el manejo de mucho dinero proveniente de las regalías mineras, y no precisamente para poder llevar adelante un verdadero plan de desarrollo para esas comunidades.
Hemos planteado en esta columna que existe una paradoja que sirve de ejemplo, que no todos los intendentes han malgastado los fondos de los recursos no renovables.
La paradoja se da en que justamente los intendentes que más reciben fondos de regalías mineras son los que más problemas –para ser suaves- tienen con dichos dineros, o no pueden hoy dar explicaciones sobre qué han hecho con 10, 20, 30, 40, 50, 60, 70 u 80 millones de pesos.
Mientras que los intendentes que menos dinero reciben por regalías mineras, por ejemplo los del este provincial, han podido desarrollar proyectos productivos con seriedad y con visión de futuro.
Allí están los intendentes del Este que conformaron esa región con desarrollo de la cuenca cabritera, turística, de ganado vacuno, de producción de soja, entre otras alternativas que han logrado dirigentes de distintos partidos políticos que han aunado trabajo en pos del crecimiento de sus comunidades.
Los otros, lamentablemente, sólo pueden mostrar obras no realizadas, mega eventos, subsidios, becas y dádiva política, pagos a consultoras de dudosa procedencia, y gastos más gastos hasta llegar a decir que ya no tienen un peso de todos esos millones recibidos.
Todavía sin luz ni agua Otra manera de malgastar los dineros públicos también tienen que ver con no contar con una planificación para enfrentar el desarrollo y principalmente las crisis.Justamente el tema de los servicios públicos, principalmente la luz y el agua, vuelven a ponerse en el tapete, porque llegan las altas temperaturas y la sequía golpea más fuerte que otros años.
Pero no se realizaron las obras de infraestructura energética que se vienen anunciando hace años; no se terminaron las hídricas prometidas, ni se preparó planes de contingencia para enfrentar lo que ya se supone será un verano con graves problemas en los servicios de luz y agua.
Y en esto también hay responsabilidades y mucha plata quemada sin soluciones concretas.¿Qué tendrán de cierto entonces los dichos del integrantes del ENRE, doctor Augusto César Acuña, que le mienten o no le dicen la verdad al Gobernador sobre la marcha de la solución para los servicios públicos?
Es hora de que se asuman las responsabilidades en las funciones que se cumplen.
Los servicios públicos son un termómetro que maneja el humor de la gente, y subestimar esto puede ser muy peligroso.
Pero, sobre todo, es increíble que se sigan escuchando explicaciones y no se pueda vislumbrar todavía las soluciones.
Fuente:Diario la Unión
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