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sábado, 4 de julio de 2009

Repensar la vida desde los valores cooperativos

En un contexto mundial escabroso -donde día a día vemos el derrumbe de un sistema perverso, basado en la especulación financiera y con escasos fundamentos sustentados en la producción y en la economía real- vemos con optimismo el resurgir de la Economía Social, como modelo alternativo, inspirado en los valores básicos de ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad.
El Cooperativismo -como expresión de la Economía Social- da vida a estos valores y recrea espacios alternativos que colocan en el centro a la dignidad de las personas, a su formación integral y difunde normas éticas basadas en hábitos de colaboración mutua.
Pero los valores cooperativos no sólo tienen aplicación en el campo de lo social, lo moral o lo educativo, también se cimientan en lo práctico, otorgando ventajas económicas concretas a la sociedad, puesto que las cooperativas –como empresas sociales- elevan la calidad de vida, realizan funciones de distribución, atenúan los efectos de las políticas económicas que facilitan la concentración de capital y son grandes promotoras del desarrollo local.
Cada vez más, la realidad nos demuestra que “asociarse es una actitud natural del hombre para afrontar diversos inconvenientes” y es por todos conocido que -frente a las carencias de trabajo, las desigualdades sociales y los amplios bolsones de pobreza-, las cooperativas se constituyen como una herramienta útil para atacar estos flagelos. Pero también hay casos en los que empresarios inescrupulosos que se dicen cooperativistas, utilizan el marco jurídico cooperativo y usan a estas entidades para favorecer condiciones de flexibilización y precarización laboral, desvirtuando la esencia del movimiento cooperativo. Y es en estas situaciones donde los valores de ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad deben activarse y estar más presentes que nunca, para que no queden como un mero formalismo retórico.
Puede parecer un juego de palabras, pero para que haya cooperativas primero tiene que haber cooperativistas. Y los cooperativistas no nacen, sino que se forman a través del cultivo de valores, capacitándose y concibiendo un pensamiento y un modo de vivir la existencia en libertad, solidaridad y trabajo digno.
Señores: las necesidades son muchas y los tiempos para resolverlas no son eternos. La cooperación es un acto político de calidad de vida, en donde el hombre debe elegir un modelo y encarnar valores. También implica, conflictos, rupturas y riesgos. Pero que requiere de coraje para superar las condiciones adversas y se convierta en un acto creador para repensar la vida, el trabajo y todas las prácticas sociales.
Los valores cooperativos deben seguir siendo las guías para asumir responsabilidades, resignificar la democracia y desatar nuevas sinergias sociales para el desarrollo integral del hombre.
Los valores cooperativos representan una compromiso activo y una actitud frente a la vida.

Lic. Jesús R. Cardozo
D.N.I.: 13.723.307
Coordinador grupo CRESCA

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